Como solemos decir los analistas, cada web es un mundo, y si lo miramos con lupa cada uno tiene sus particularidades. Lo primero que debe tener tu web es un propósito: ¿Por qué tengo una página web?, ¿Qué quiero conseguir con ella?
Una pista: las respuestas tienen que ser medibles.
Todas estas preguntas no las hacemos porque sí: ayudan a entender el negocio y a establecer objetivos claros. Cada negocio tendrá objetivos distintos: descargar un PDF, leer un post concreto, enviar un formulario… Si no fijamos objetivos y los medimos, vamos a ciegas.
Pero más allá de lo que queremos conseguir (y medir), hay datos en nuestra web que nos hablan del usuario, de lo que hace y cómo se comporta. Si conocemos a nuestro usuario, podremos entender por qué funciona o no lo que estamos haciendo.
1. Las omnipresentes visitas
¿Quién no sabe cuántas visitas tiene su web? Es una métrica que queda muy bien en presentaciones, pero que por sí sola no nos dice nada: 1.000 visitas, 10.000, 100.000… ¿Son muchas o pocas? No nos sirve de nada sin contexto. Sí, tienes visitas, pero ¿cuántas te ha comprado?, ¿cuántas te han devuelto el producto?, ¿por qué muchas de ellas solo han mirado y no han comprado?
2. Fuentes de tráfico, fuentes de vida
Sin fuentes de tráfico, no hay tráfico. Por eso es esencial saber de dónde vienen nuestras visitas, qué canales o estrategias están llevando realmente usuarios hacia nuestra web.
En Google Analytics podemos observar distintas fuentes de tráfico, de los canales como directo, orgánico, búsquedas de pago, display, social, de referencia o email (y que analizaremos en otro post).
Una vez sabemos de dónde vienen las visitas, podemos cruzar los datos para saber qué canal funciona mejor a la hora de cumplir los objetivos marcados: ¿Nuestros clientes compran más, o envían más formularios si vienen por SEO?, ¿los usuarios de social tienen menos (o más) tasa de rebote?…
3. Los dispositivos, el dato de moda
Está muy de moda decir que cada vez más usuarios nos visitan desde móvil. Pero, ¿qué hacemos al respecto?
Lo primero que tenemos que hacer es cruzar los datos de dispositivos con las fuentes de tráfico: ¿Nuestros anuncios funcionan mejor desde dispositivos móviles o desde un ordenador?, ¿a qué horas se conectan principalmente los usuarios desde PC?, ¿y desde móvil?, ¿las visitas desde dispositivos móviles que se conectan a las redes sociales convierten más que las que se conectan desde ordenador?…
4. La temible y temida tasa de rebote
La tasa de rebote nos dice los usuarios que no se han interesado por el contenido de nuestra página. Pero lo primero que tenemos que definir es qué consideramos «falta de interés»: si han leído un post y luego no han navegado por la página, o si han estado menos de x minutos y no han leído el post, por ejemplo.
Sobre la tasa de rebote la pregunta estrella suele ser: ¿Una tasa de rebote del 70%-80% está bien? La respuesta es siempre la misma: Depende.
Depende de muchos factores. Por ejemplo, este porcentaje sería normal en una web de contenidos, pero es muy subjetivo: si el contenido es largo, si hay vídeos, si el perfil de usuario es más o menos «lector»…
De momento, fíjate en este indicador a modo de tendencia, si se mantiene estable, si aumenta o disminuye, y si lo hace de manera escalada o de golpe. Si lo hace de golpe nos dirá que hay alguna cosa que no está funcionando bien, igual que una tasa de rebote excesivamente baja nos indicará que hay alguno que no se está registrando correctamente.
5. La tasa de conversión is the new black
Una fórmula muy sencilla que nos dice mucho, muchísimo, sobre cómo lo estamos haciendo:
Tasa de conversión = Número de conversiones totales / Número de visitas
La cifra resultante suele ser pequeña (salvo excepciones, poquísimas). Un consejo que os ahorrará tiempo, dinero y dolores de cabeza: si alguna agencia os ofrece tasas de conversión altas, desconfiad. Según el estudio realizado por FLAT101, la tasa media de conversión de un e-commerce en España se sitúa en el 1,02%, con un mínimo del 0,08% y un máximo del 4,67%.
Las respuestas que vayamos encontrando nos ayudarán a decidir dónde enfocamos esfuerzos, y a medida que las resolvamos irán surgiendo más y más preguntas que nos ayudarán a afinar cada vez más nuestras acciones.
Con todo esto ya tenemos la foto global de dónde vienen y qué hacen nuestros usuarios, y si les gusta o no lo que encuentran cuando llegan. A partir de aquí, ¡hay muchísimas cosas para medir y mejorar! (Lo que, como analista, me hace muy feliz ;)).
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